Algunas consideraciones en cuanto a los 12 nombres otorgados al santuario: Cimarso, Cimarço, Margo, Mago, Amagro, Magro, Amarço, Março, Amago, Jumiaia, Jumiaga, Almogarén
Corona de Montaña de Las Tabaibas, con muralla de piedras rodeándola. Manolo Rivero |
PABLO GUEDES GONZÁLEZ
Lo que nos cuentan las fuentes
Los textos etnohistóricos nos dan muchísimos datos del Santuario de Tirajana y de su montaña sagrada donde se hacían los ritos, aunque desgraciadamente, muchos de ellos sujetos a interpretación. De forma muy resumida, vamos a aportar los datos que creemos esenciales, que ayudaran a los lectores a hacerse una idea sobre el tema.
Los textos que derivan de la desaparecida Crónica Madre de la Conquista (c. 1520) nos hablan de dos santuarios de los canarios, a los que hacían peregrinaciones masivas para sus ritos, situados en dos macizos montañosos, «de dos leguas [11 km] en redondo, que confinan con el mar», y que tenían «límites» (creemos que mojones de piedra, como se expresa en un pleito de principios del XVI), donde se gozaba de inmunidad. A uno de ellos llamaban Tirma (sin contradicción con otras fuentes), pero al otro, entre nombre y juramento le daban hasta nueve variantes distintas según fuera el texto: Cimarso, Cimarço, Margo, Mago, Amagro, Magro, Amarço, Março y Amago, que deben provenir de un original que sufrió interpolaciones y/o corrupciones, y probablemente también por la dificultad de la traslación del nombre original al castellano. De esos nueve, claramente vemos erratas en muchos y nos quedamos con dos: Amargo y Amago.
La crónica supuestamente más antigua (1491), la de Alonso de Palencia, corrobora los dos santuarios, además de forma independiente a las anteriores, pues es escrita en la península, describiéndolos como «refugios» y llamándolos «Thirma y Tirajana», localizando por tanto uno de ellos en esta comarca, que debía ser el mismo al que se refería la Crónica Madre, descartando por tanto Amagro en Gáldar. Describe la incursión del corsario Pedro Cabrón terminando en la Batalla de Tirajana, con derrota castellana. Palencia, nos hace la primera descripción de la montaña sagrada: relata que se llega a caballo a la cumbre del «monte» (no de un risco), donde existe un «templo, construido a manera de un castillo con toda clase de fortificaciones» que los castellanos destruyen incendiándolo. Nuestra interpretación es que Palencia recoge los informes de Cabrón, que tiene que justificar su derrota con los canarios, por lo que exagera las fuerzas de los mismos y describe un castillo con fortificaciones, por lo que pudiera ser una simple construcción rodeada por una muralla o cerco de piedras (como la describe Marín).
A finales del XVI, Abreu Galindo, nos habla de Tirma, en los términos de Gáldar, y de un nuevo nombre para el santuario que ubica en Tirajana, Umiaya o Jumiaia, describiendo uno de los ritos principales para los canarios, las rogativas de lluvia y hablando también de «mohones», «peñascos» y «piramides», como parte primordial en sus ritos en distintas islas, refiriéndose probablemente a mojones de piedras: «Iban a estas montañas [no riscos: Tirma y Umiaya] […] hacían danzas y bailes, y cantaban endechas en torno de un peñasco [interpretamos que un mojón], y de allí iban a la mar, y daban con las varas en el agua».
Y a finales del XVII, Marín de Cubas, nos hace la descripción más detallada del monte sagrado que llama Jumiaga: «era una cassa de piedra sobre un alto risco [...] hay tres braseros [… donde] hazian su aguero puestos sobre un paredon a modo de altar de grandes piedras […] ha quedado una como capilla, y sacarrones [momias] dentro todo de una gran cerca de piedras mui grandes, y es el risco el mas descollado de todos aquellos citios».
Nuestra interpretación: Se habla de un «risco» destacado y sobresaliente en el paisaje, donde en su cima hay una casa, con un ara de sacrificios con tres focos de combustión sobre un paredón, y en la misma zona una capilla con momias, lo que pudiera ser una cueva (lo habitual en los canarios), todo ello rodeado por un gran cerco de piedras. Otro dato importante es que Marín llama «almogarén» al monte sagrado de Tirajana, corroborado en otras partes de su obra y también por Escudero, destacando también el culto a los ancestros: «hacian grandes romerias a onde havia sepulchros en riscos sagrados, a su seta [secta], como a Tirma y Almogaren», con gran similitud con el culto ancestral a los morabitos en Marruecos.
Finalmente tenemos un pleito de principios del XVI, por los límites del señorío Episcopal de Agüimes, en el que se citan unos mojones, que muy probablemente sean los de Amurga, especificándose que la función de estos mojones, para los antiguos canarios, era la de delimitadores de una santidad, donde se refugiaban personas y ganados en tiempos de guerra.
Candidatos a la montaña sagrada
Fortaleza de Amurga en el Morro de Los Solapones, el probable Ansite. Tibicena |
Con las descripciones que nos transmitieron las fuentes etnohistóricas, hemos buscado esta montaña, que llamaremos de Umiaga/Amago, dentro de la Tirajana de aquellos tiempos, que incluía la Caldera, Amurga y la zona de costa llamada Llanos de Sardina: los llanos a pie de Amurga y la desembocadura del Bco. de Tirajana. No tenemos mucho donde buscar en este área y, con los datos de que el santuario de 11 km lindando con el mar, estaba en un macizo montañoso, se está señalando indudablemente a Amurga, y conociendo que tenía «límites» señalizados por mojones, nos está identificando la parte de Amurga rodeada por estos mojones, especificada en la Carta Arqueológica de SBT: desde Bco. Hondo a Bco de Fataga.
Aún así, hemos buscado en las montañas destacadas en el paisaje de Tirajana, caracterizadas con un cerco de piedras en su cumbre. Con estas características, tenemos cuatro candidatos (dos en Amurga): Mña. de La Santidad, Fortaleza de Santa Lucia, Fortaleza de Amurga (el probable Ansite) y Montaña de Las Tabaibas. Vamos a descartar a La Santidad, situada en el Macizo de Pilancones, que aunque actualmente se considera Tirajana, no lo era así en el pasado. De las tres restantes, la única que tiene un «gran cerco de piedras», como vemos en las fotos, es Las Tabaibas, pues las otras dos solo tienen pequeños muros en su cima, que ni siquiera la rodean. También podemos descartar las dos Fortalezas, porque en realidad no son los hitos más destacados del paisaje, no se pueden subir a caballo, no tienen las estructuras destruidas, como Las Tabaibas y por ser incompatibles con el rito masivo de la rogativa de lluvias: por su lejanía con el mar y porque en su cima no se puede hacer una concentración multitudinaria para este rito. A pies de la de Santa Lucía, hay un poblado, lo que es incompatible con el derecho de asilo. Igualmente, porque son fortalezas defensivas, incompatibles con este derecho, pues en los santuarios no se hace la guerra.
Cima de la Fortaleza de Santa Lucia. Cabildo GC. |
Conviene llamar la atención sobre estos mojones, pues creemos que al ser símbolos importantes, destacados y muy visibles de su religión (como podría ser la cruz cristiana), eran más susceptibles de ser destruidos por los castellanos, por considerarlos efigies del paganismo, y ser relativamente fáciles de derrumbar. Hemos encontrado en Amurga, distintos mojones destruidos, tal vez por esta causa, en sitios que creemos destacados en su cosmogonía, como Mña. Tabaibas y Risco del Drago (junto al probable Ansite) y también los más cercanos a Mña. Tabaibas que limitan el santuario: en La Paredilla y en Cuesta de La Sabina. Los mojones cercanos del gran yacimiento de El Coronadero, creemos que se salvaron, gracias a su acceso bastante complicado.
Mojón derruido en Mña. Tabaibas |
En rojo, mojones derrumbados |
Descubrimientos de expertos en distintas disciplinas
Hasta ahora, nuestra labor ha sido la de identificar en las fuentes, las descripciones claves para localizar Umiaga/Amago en el territorio, siendo el candidato más destacado, Amurga, con Mña. Tabaibas. Además de ello, como también hemos resaltado en artículos previos, varios expertos en distintas disciplinas, han realizado descubrimientos que consideramos importantes y que para nosotros son definitivos en la investigación para localizar el santuario:
En los años 90, Julio Cuenca y otros arqueólogos elaboraron la Carta Arqueológica municipal, en la que localizan (con errores) los mojones que delimitan una parte de Amurga, que creemos que eran los «límites» del santuario que nos indicaban las fuentes y es por lo que propusimos Amurga como el Santuario.
En 1926, el sociólogo Edward Westermarck publicaba una investigación en ingles (no traducida todavía al español) sobre la «religión popular» en Marruecos, que documenta la misma función aquí y allí para los mojones: la de señalizar los límites del 'anmuggar' o morábito donde comienza la inmunidad y la protección sagrada. Así ocurría hasta principios del XX en el santuario de Moulay Abdallah Amghar, en Dukkala (Casablanca), rodeado de mojones para esta función, pudiendo el nombre Amghar, también estar relacionado con 'anmuggar', (lo que todavía no hemos confirmado), a su vez relacionado con Amurga, con lo que tendríamos el mismo topónimo, aquí y allí, nombrando un espacio con las mismas características.
En 2001, el filólogo Ahmed Sabir, de la Universidad de Agadir, nativo en lengua amazigh, vincula el topónimo Amurga con la voz 'anmuggar', con almogarén y con la esfera religiosa y proponía una investigación para buscar en este macizo «lugares de culto aborigen». Posteriormente, también llegan a la misma conclusión (2018) los filólogos Abraham Loutf (cuya lengua nativa también es la amazigh) y Maximiano Trapero.
Pero es que además de la homofonía, Amurga y su más que probable relación con el santuario de Tirajana y su equivalente en Marruecos, 'almuggar' o 'anmuggar' (plural ilmuggaren), coincidirían también en el aspecto semántico, pues estas voces designan las peregrinaciones masivas a las tumbas de los hombres santos, los morabitos, junto con la ceremonia religiosa que se realizaba y al lugar donde se encuentra la tumba durante el tiempo de la peregrinación, todo ello con una tradición ancestral anterior al Islam. Además, como expresaban los filólogos, estas palabras están relacionadas con Almogarén, uno de los nombres dados al santuario, que al igual que en África, aquí, Marín de Cubas la caracterizaba con el culto a los hombres santos o ancestros: «hacian grandes romerías a onde havia sepulchros en riscos sagrados, a su seta [secta], como a Tirma y Almogaren».
Finalmente en 2019, son el arqueólogo Marcos Moreno y el historiador Jesus Álvarez, los que descubren la ubicación del topónimo Umiaga en Amurga, según documentos del Archivo Parroquial de Tunte, lo que por otro lado, descartaría a la Fortaleza de Santa Lucía y aporta un fuerte apoyo a nuestra hipótesis. ¿Confirmación definitiva? el lector puede valorarlo en función de los datos aportados hasta el momento, pero sobre todo al final.
El santuario de Moulay Abdallah Amghar data del s. XI, fecha en la que fue enterrado el santón venerado allí, fecha compatible con una posible respuesta a todos estos paralelismos tan coincidentes en Gran Canaria y en Marruecos. Así, estas voces y costumbres que se constatan aquí y allí, pueden tener una mejor explicación y comprensión a partir del nuevo paradigma en la investigación histórica de Gran Canaria, de la que son partidarios los arqueólogos Verónica Alberto, Teresa Delgado, Marco Moreno y Javier Velasco (2023), que es la constatación de dos nuevos eventos migratorios a la isla (después de la llegada inicial), el primero en los siglos VII y VIII (600-700 d. C.) y el segundo en el s. XI (1000 d. C.), que dieron lugar a transformaciones de calado en el orden social.
Según estos investigadores, la posible llegada de grupos humanos desde el norte de África, en esas fechas, se refleja en importantes cambios en el registro arqueológico insular que les hace plantear esta hipótesis. Así, en el aspecto religiosos, en el s. VII/VIII: el cambio de enterramiento en cuevas al de grandes necrópolis tumulares; en el cambio de prácticas sociales vinculados a ceremoniales en centros de agregación social como la Fortaleza Grande y la Fortaleza de Amurga (Umiaga para Moreno); y en el aumento de la población e incremento de la violencia extrema con muertes asociadas. En el s. XI: la construcción de casas de piedra cruciformes, con variantes; el declive de las necrópolis tumulares para pasar a enterrar en cistas y fosas; y la aparición de los “ídolos” y las pintaderas, la construcción de graneros colectivos fortificados (que habían aparecido en el norte de África el siglo anterior).
Consideraciones en cuanto a los distintos nombres del Santuario
Muralla que rodea Mña. Tabaibas. Grafcan |
Como habíamos indicado anteriormente, el nombre original del santuario no debía ser habitual a oídos castellanos y podría fácilmente confundirse, de ahí las múltiples variantes. Lo que si tenemos claro es que el nombre original debía incluir una “g” y que muy probablemente debía estar relacionado con topónimos del territorio sobre todo con Amurga (que los filólogos relacionaron con 'anmuggar') pero también con Amargar (centro de Amurga) y con Amoxo (se lee Amojo), el poblado indígena que se situaba en Las Salinas de Abajo, en función de las consideraciones que aportamos en los siguientes apartados.
Ahmed Sabir nos cuenta, que quienes transmitieron las voces de los antiguos canarios que nos han llegado, debieron tener errores de escucha que produjeron distorsiones, pues no tenían un oído fino para una lengua extraña. Como ejemplos relacionados con las términos que estamos tratando, y con las distorsiones de una hipotética “g”, tenemos las siguientes voces que nos llegaron transmitidas por oídos castellanos y las que en la actualidad tienen en Marruecos (Souss-Massa), para el mismo concepto (entre corchetes la pronunciación):
Canarias → Marruecos
Cabra → axa [ajá] → aggad [aggád]
Harina → ahoren [aorén] → aggurn [aggúrn] → awwern [agüérn] (en la montaña)
Leche → aho [ajó] → aghu [aggó]
Umiaga o Umiaya
Nosotros pensamos que debía ser Umiaga, en consonancia con la “g” del nombre del santuario, y porque, como veremos en el siguiente apartado, creemos que Umiaga nombraba al mismo territorio que Amurga, y debían ser un mismo topónimo para los canarios.
Además, según Westermarck, determinadas palabras amazighs que llevan “g” son pronunciadas con sonido muy próximo a “y”. Así nos describe que «En algunas palabras bereberes también se utilizan los siguientes signos: Gy (elevada y), para representar un sonido que me parecía casi una consonántica “y” fuertemente pronunciada, pero que mi escriba bereber de Ait Sadden, que tenía un oído notablemente fino, consideraba más estrechamente relacionado con una “g”».
Umiaga / Amurga
Área donde se ha localizado Umiaga, obsérvese la imposibilidad de realizar apañadas, salvo en la parte de los llanos que dan al interior de Amurga. |
El topónimo Umiaga se localizó en Amurga, a partir de documentos del Registro Parroquial de Tunte, en los que aparecía relacionado con apañadas y con riscos:
«… del término del ganado salvaje de umyaya e apañada que de dicho término se hace...» (1569).
«… quatro machos y un cabrito que salieron de la apañada de Umiaya este presente año...» (1626).
«… Simón Martín a él qual le mató un Pena (peña) estando en la apañada de omiaga...» (1649).
«… del Roquete de Cabello para arriba de aguas vertientes de Riscos de Umiaya y cumbre para abajo...[tenemos el topónimo Cho Cabello en el cauce del barranco a 500 m debajo de El Ingenio] » (1652).
Nosotros pensamos que las citas a apañadas, se deben referir a las famosas apañadas de Amurga, las más importantes de Tirajana, y creemos que únicas en la comarca que estamos tratando, que ya tenían lugar en 1577 culminando en la Vega de Amurga, realizándose las mismas siempre a favor de pendiente y desarrollándose fundamentalmente en los llanos en el interior del macizo, y no en los grandes precipicios de la zona donde se localiza el topónimo (cercanas al Almogarén y Fortaleza de Amurga), con riscos en forma de cuchillo, con grandes precipicios donde es prácticamente imposible realizar una apañada.
Por ello deducimos, por su imposibilidad, que no podían existir unas apañadas exclusivas para estos riscos, por lo que las apañadas de Umiaga debían ser las mismas que las de Amurga, con lo que ambos nombres debían nombrar lo mismo y probablemente fueran un único topónimo en la lengua de los canarios (¿anmuggar?), interpretado de dos maneras al pasar al castellano, prevaleciendo finalmente en la oralidad, Amurga.
Amurga, creemos que debió ser la forma más cercana al original, pues para Maximiano Trapero, es siempre más fiel a la identidad lingüística lo que se transmite de manera natural por vía oral que por la escritura, pues esta última implica una doble transformación, lo que acarrea mayor probabilidad de errores: cambio del significante de una lengua al significante de otra lengua sumado a transliteración de una secuencia sonora en un segmento ortográfico.
Filológicamante también se pueden relacionar, por las características de las lenguas amazighs. Así, para Westermarck, «los sonidos vocales de las palabras están sujetos a grandes variaciones, no sólo en diferentes localidades, sino en la misma localidad, e incluso en la boca de un mismo individuo. La longitud de la vocal, en particular, es una cuestión muy difícil, tanto porque es muy variable como porque permite tantos grados diferentes; y en muchos casos es igualmente difícil distinguir entre la presencia o ausencia de un sonido vocal antes de una consonante o entre dos consonantes».
¿Por qué Amagro no podía ser el nombre del Santuario de Tirajana?
La respuesta puede parecer una obviedad, pero a pesar de todas las evidencias en su contra, todavía muchos investigadores creen que Amagro era el nombre del otro santuario principal, junto con Tirma, o creen en tres santuarios destacados de los canarios, sin ninguna justificación para ello. En dos fuentes independientes: Crónica Madre y Alonso de Palencia, se habla de dos santuarios o refugios principales de los canarios (y únicamente dos), a los que hacían peregrinaciones masivas. Y Palencia, fija uno de los dos en Tirajana, después corroborado por Abreu Galindo, Marín de Cubas y Escudero, llamándolo Umiaga. Se desprende de los textos que tenían una extensión de unos 11 km a la redonda con «límites», eran fronteros con el mar y se situaban cada uno en un macizo montañoso.
La montaña que hoy conocemos como Amagro, en Gáldar, que no se encuentra en un macizo, podía ser una montaña sagrada para los canarios, pero no una de las dos principales a la que se refieren las fuentes. Las creencias religiosas de los canarios afectaban a toda la esfera de su vida diaria y la religiosidad marcaba todos los aspectos de la existencia de esta sociedad, como podemos intuir por la multitud de espacios supuestamente vinculados con lo sagrado, repartidos en toda la isla, con numerosos almogarenes (espacios con cazoletas), mojones y círculos de piedra, cuevas cupulares (como Risco Caido), grabados rupestres y seguramente otro de tipos de estructuras. El hecho es confirmado por las fuentes, pues Marín relataba: «adorabanle [a Acorán] en muchos sitios sagrados, y benerados assi montes cuebas, vosques cassas riscos», pero las mismas reiteran dos santuarios principales para peregrinaciones masivas.
Tampoco en Amagro (al igual que en la conocida hoy como Tirma), no tenemos las estructuras descritas en las crónicas, para aspirar a ser candidatas. Además de ello, en los 11 km a la redonda de inmunidad de los santuarios principales (en un macizo y señalizado por mojones), se encontraba la gran población de Agaldar, con distintos lugares especiales, como podían ser los de ajusticiamiento, los cuales eran incompatibles con esta función. Los restos de Montaña de Amagro consisten en varias torretas y una pequeña estructura circular de piedras hincadas de 6 m de diametro, que seguramente eran recintos religiosos, pero resulta altamente improbable que en esos espacios se pudieran realizar las concentraciones masivas que describen las fuentes.
De los tres textos o autores que recogen Amagro, por este orden: Crónica Lacunense, Torriani (1592) y Sosa (1678), sabemos que la Crónica Lacunense es un manuscrito anónimo que se encontraba en el convento de San Francisco de La Laguna. Según los investigadores Buenaventura Bonnet y Elías Serra, que la publican en 1933, es una obra compilada a mitad del s. XVI, a partir de la Crónica Madre por un fraile franciscano de Gáldar, probablemente cercano o descendiente de la familia de los Jáimez, sobre 1554 y reelaborada dos veces más en 1621 y 1659 por otros frailes franciscanos, por lo que permaneció en los conventos de esta orden. El nombre que nos aparece en el manuscrito es «a [salto de línea] magro» y su juramento «assistir Magro».
Según Bonnet y Serra, se pone en evidencia que el manuscrito es una copia y no el original del autor de la obra, y ello se conoce por los múltiples errores de transcripción imposibles en el último caso, por ejemplo: «manos» por «naos», «esse odio» por «eso dió» y «alférez» por «altezas», sumándose otros muchos errores de copia, por lo que tenemos la probabilidad de cambio del nombre original por Amagro. Como el manuscrito que se conserva está datado alrededor de 1621, el error se pudo producir por cualquiera de los copistas, y apuntamos la posibilidad de que el mismo, en su caso, lo cometiera el primer fraile de Gáldar, conocedor de Amagro por situarse junto a esta población, y que cambiara el nombre por mala lectura o al interpretar que era un error en el original. Después fue copiado por Torriani y por Fray José de Sosa, también fraile franciscano, que copió partes de este texto en su obra (1678).
Para Álvarez Delgado (1970), que no conocía la obra de Palencia (descubierta y publicada también en 1970), seguido después por otros investigadores, Umiaga sustituyendo a Amagro, es una interpolación en el texto de Abreu Galindo, contrario a las fuentes anteriores, queriéndose imponer un santuario para cada guanartemato (Telde y Gáldar), por lo que no creía en la existencia de Umiaga. De esta manera Amagro se consolidó en la investigación (Morales Padrón, Martín de Guzman, Onrubia, Moreno, …) por tradición, como muchas cosas en la historiografía canaria (podríamos decir que por tradición “galdarista”) y se ha establecido con el tiempo, sin cuestionarse su veracidad.
Estructura circular de piedras destruida en Mña. Tabaibas, en hipótesis ara de sacrificios para el humo de los "agüeros". Francisco Peinado. |
De esta manera, y paradójicamente para nuestra hipótesis, el historiador y arqueólogo galdense, Celso Martín de Guzmán (1978), conociendo la obra de Palencia, creía que Umiaga era una interpolación en Escudero y un invento de Abreu. Defendía Amagro, negando la existencia de un santuario en Tirajana, argumentando que Escudero contaba que «eran riscos que caían a la mar», por lo que su ubicación en La Caldera quedaba descartada, pues pensaba que Tirajana se circunscribía solo a la Caldera y no a la costa, como muchos otros investigadores, aún en la actualidad.
También sin conocer la crónica de Palencia, dos investigadores pensaban lo contrario, así el austriaco D. J. Wölfel (1940) consideraba que Amagro y Umiaya son el mismo santuario, buscando una asimilación lingüística entre los dos términos y el profesor rumano Alexandro Cioranescu (1959), editor de la obra de Torriani, defendía que Amagro fue un error de lectura en lugar de Umiaga en el texto del ingeniero cremonés. En todo caso pensamos que con el reciente descubrimiento de la ubicación de Umiaga en Amurga, junto con todas las pruebas citadas, se debiera descartar la Montaña de Amagro, como ubicación del otro monte, junto con Tirma.
Amagro, es solo uno de los nueve nombres que aparecen en los textos que derivaron de la desaparecida Crónica Madre: Cimarso, Cimarço, Margo, Mago, Magro, Amarço, Março y Amago, que deben provenir de un original que sufrió interpolaciones y/o corrupciones, que se reflejan en su parecido siendo uno de ellos o uno muy parecido, el que nos citaba dicha crónica. A primera vista vemos que, comparando las distintas denominaciones, intuimos dos errores de los copistas: cambiar una A original por Ci y una g por s o por ç, por lo que nos quedarían, si descartamos Amagro y su juramento: Amargo - Atis Margo (Ovetense, López de Ulloa) y Amago - Atis Mago (Matritense, Escudero). Por lo que nuestra hipótesis concluye en que el nombre original debía ser Amargo, Amago u otro muy parecido. Un dato importante es el de que se considera a la crónica Matritense (Amago) la más primitiva, mientras que a la Ovetense (Amargo) la más fiel a la Crónica Madre.
La razón definitiva por la que creemos que no puede ser Amagro, es por lo que nos relataba Marín de Cubas acerca de que los canarios «juraban por Magec que es el sol» (Atis Mago) y que «el alma tenian por inmortal hija de Magec» y que «a los fantasmas llamaban magios, hijos de Magec», por lo que el juramento debía ser Atis Mago, y el nombre original Amago.
Aún así, creemos que Amargo puede ser corrupción por Amurga y que el santuario tenía dos nombres: Amago por un lado y Amurga o 'anmuggar' relacionados con Almogarén, para lo cual tenemos una probable explicación que daremos a conocer en nuestro próximo libro.
Amoxo / Amajo / Amago
Restos de Salinas de Abajo o de Amoxo |
Por último, creemos que podemos relacionar Amago con un topónimo del territorio, Amoxo, el nombre que recibía el poblado canario situado, donde después se asentaron las Salinas de Abajo (1537), al pie de Montaña de Las Tabaibas, por lo que podía ser el nombre de esta montaña. Amoxo se pronuncia Amosho (con h aspirada), y muy probablemente era Amajo, que lingüísticamente, podemos relacionar con Amago.
Ya habíamos expresado los errores de escucha y de transcripción de los castellanos sobre las voces canarias como nos habían expresado Sabir y Trapero y concretamente con la hipotética voz que podía ser “g” o “j” o “gg”. Así, tenemos un ejemplo muy parecido al de Amoxo: axa [ajá], la cabra canaria, que en Marruecos es [aggád]. Francisco García-Talavera nos dice que «la palabra "ajó" o "agó", sabemos que viene de "aho" (con hache aspirada), que es -según los cronistas, historiadores y lingüistas- como llamaban los guanches a la leche en casi todas las islas y que coincide, con ligeras variantes, con la denominación de tan básico alimento en diferentes dialectos bereberes: "agu" en tashelhit, "agi" en rifeño y "akh" en tuareg».
De la misma manera y en relación con Amajo/Amago, el filólogo Alvar López (1968) nos aporta la hipótesis de que las voces maho/majo/mago, tuvieron mismo origen. Nos dice que «maho y mago fonéticamente son meras variantes, puesto que las equivalencias h=g o g=h están suficientemente probadas en lenguas muy distintas».
También Westermarck, nos hablaba de las grandes variaciones de los sonidos vocales en los dialectos bereberes, y que en muchos casos es difícil distinguir entre la presencia o ausencia de un sonido vocal antes de una consonante o entre dos consonantes, por lo que Amargo o Amurga son fácilmente confundibles y creemos que este es el caso de Amajo y Amojo. El que la voz que nos haya llegado por etimología popular sea Abajo, nos puede dar una pista de la voz original.
Y, según Marín de Cubas, los canarios «juraban por Magec que es el sol» (Atis Mago) y que «el alma tenían por inmortal hija de Magec» y que «a los fantasmas llamaban magios, hijos de Magec». Las palabras mago, majo, maxio (Escudero), y magio y majo (Marín), designaban para los canarios los «encantados» o almas de los difuntos, espíritus o fantasmas de los antepasados. Para Marín, los magios que llama también «ocultos» o «encantados», son identificados con los «manes» de la mitología romana, término que se relaciona a su vez con los genios de la creencia amazigh, unos benignos y otros malignos.
En referencia a los juramentos, Heródoto de Halicarnaso, en el siglo V antes de Cristo, nos habla de que los nasamones, un pueblo bereber del norte de África, «en su modo de jurar y adivinar, juran por aquellos hombres que pasan entre ellos por los más justos y mejores de todos, y en el acto mismo de jurar tocan sus sepulcros», por lo que entendemos que con Atis Mago también juraban por las almas de sus antepasados.
Siguiendo la analogía de otros topónimos canarios (Agáldar, Agando), Amajo podría tener un significado relacionado con el lugar de los majos, de las almas, espíritus o fantasmas de los antepasados, o de los genios. Como probable justificación de ello, tenemos el relato de Marín citando a los majos apareciendo en el sureste de Gran Canaria, refiriéndose de forma muy probable a la zona que estamos analizando.
El insigne médico e historiador teldense, describe a los majos como unos nublados, apareciendo en la orilla del mar durante las mañanas, tomando lo que creemos que se refiere a nubes, distintas formas en función de los caprichos del viento alisio. Según las formas que tomaban los nublados en las fechas del solsticio de verano, «torres, navíos, ..., ejércitos de a pie», pronosticaban la abundancia o esterilidad del año. También nos habla de la aparición de una isla, debido a estos «encantamientos», que creemos se debe referir a Fuerteventura, visible aquí en contadas ocasiones al año, con un alineamiento señalando su ubicación en las torretas de el yacimiento de El Coronadero, situado en las cercanías de las salinas y junto a Mña. Tabaibas.
Exactamente
en el área de las salinas y junto a Mña. Tabaibas, tenemos la zona
de mayor afectación del viento alisio de la isla, con una dirección
NNE y a menudo, con intensidades que pueden llegar a calificarse de
temporal, de 60/70
km/h, manteniéndose
constante
durante todo el verano a
40/50
km/h.
En el mismo área, a unos cientos de metros más al sur tenemos las
calmas de la isla «a
sotavento de los montes», lo
que representa un fenómeno meteorológico llamativo que debía
causar fuerte impresión a los canarios, con
unas creencias en las que se le daba gran importancia a los fenómenos
de la naturaleza. A estos fenómenos, Mircea
Eliade las
llama
hierofanías
atmosféricas, producidas
al ser
el
lugar morada
de los dioses.
Nublados o "Pies de Embate", junto a Mña. Tabaibas |
Remolino, junto a Mña. Tabaibas |
Continúa Marín relatando, que cuando aparecen «los “Majos” o “Encantados”, que son ciertas nubes a la parte de el Sur, por los días maiores de el año, que es a fines de Junio, tenían por prognóstico serles el año feliz de fructos». Y por tanto, para los antiguos canarios, la llegada de los majos era un signo de buen augurio, pues eran los espíritus de sus antepasados, de sus ancestros, que según Tejera Gaspar y Jiménez González, al estar más cercanos a sus familiares, eran los mejores intermediarios para la comunicación con el dios supremo. Así Escudero nos refiere: « i dicen que llamaban a los Majos [magos en la versión A’, donde vemos de nuevo la dificultad del sonido o traslación de esa voz] que eran los spíritus de sus antepasados que andaban por los mares y uenían allí a darles auiso cuando los llamaban».
BIBLIOGRAFÍA
GUEDES GONZÁLEZ, P. (2021). Amurga, el santuario perdido de Tirajana. XXIV Coloquio de Historia Canario-Americana (2020), XXIV-040. http://coloquioscanariasamerica.casadecolon.com/index.php/CHCA/article/view/10654 -- (Se puede leer en el enlace sin tener clave, haciendo scrolling)
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