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martes, 26 de julio de 2011

VISIÓN BRITÁNICA DEL ANTIGUO RÉGIMEN EN CANARIAS: LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA ISLEÑA.

Casa Condal y Ermita de Juan Grande, principios s. XX. Fondo FEDAC.

FELIPE ENRIQUE MARTÍN SANTIAGO.
Licenciado en Geografía e Historia por la ULL.
Diplomado en Estudios Avanzados por la ULPGC

El Antiguo Régimen fue denominado por los revolucionarios burgueses el régimen político y social existente antes de la Revolución francesa en Europa, marcando el 14 de julio de 1789, para muchos historiadores, la frontera entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea.

Esos cambios de una sociedad estamental a una sociedad de clases, no marcada por el nacimiento, diferenciada por el dinero, con la desaparición de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), y la “igualdad” de todos ante la Ley. En el Archipiélago Canario el tránsito entre el Antiguo Régimen y el Sistema Liberal se prolongó durante todo el siglo XIX, con lentos cambios, que se verán frenados durante la Restauración Borbónica (1974-1931) con el auge del Caciquismo, del poder oligárquico, plasmado en el Sistema Canovista, con el turnismo en el poder, del partido conservador y el liberal.

En la primera mitad del siglo XIX, el cónsul británico en Canarias reflejó muy acertadamente la estructura social de Canarias, siendo un documento histórico de gran valor, una fuente primaria esencial para el conocimiento de nuestro pasado:

“En la descripción que sigue a continuación, hemos intentado trazar un rápido esbozo de la vida, usos, costumbres y tradiciones de los habitantes de Canarias. Sin embargo, no estará de más comenzar con una breve panorámica de su actual situación social y moral, atendiendo especialmente a las clases bajas. De acuerdo con este plan, empezaremos con la clase de ciudadanos más numerosa y provechosa, a saber, los campesinos, clase social que, desgraciadamente, es también la más oprimida en las Islas. Debido a los elevados tributos con que está gravada la propiedad rural, al campesino le ha tocado en suerte trabajar duramente y consumirse en la miseria.

Como, además, la parte más considerable y mejor del suelo se halla en manos de la nobleza y el clero, en calidad de propiedad inalienable o “manos muertas”, resulta extraordinariamente reducido el número de campesinos que poseen bienes raíces, de manera que la mayoría de ellos debe abonar un censo enfitéutico (1) al propietario de los terrenos.

Pero, lo que arrastran la situación más penosa de todos ellos son, sin discusión, los medianeros, a quienes ya mencionamos en el capítulo anterior. Éstos, que no poseen tierra alguna, no son más que esclavos del propietario, el cual puede despedirlos cuando quiera, encontrándose realmente en una situación muy poco mejor que la que tienen los siervos de la gleba en otros países. Ellos, sus mujeres y sus hijos deben estar siempre al servicio del propietario en todo lo que éste ordene. Sus caballos y asnos que estar ensillados y dispuestos, si al propietario se le ocurre hacer un viaje por la Isla. Deben compartir con el señor la cosecha de las hortalizas que cultivan, si éste lo exige; y las aves de corral o el ganado, que él les haya enviado para los alimenten, pueden causar todos los daños posibles en sus campos, sin que deba pagarles ni un céntimo en concepto de indemnización. De manera que este sistema mantiene a esa numerosa clase social en la mayor dependencia.

Muchos de ellos poseen apenas lo necesario para cubrir su desnudez; sus hijos suelen corretear de un lado para otro sin ropa, aun cuando hace mucho frio, llegándoles a faltar incluso, de vez en cuando, en épocas de malas cosechas, el alimento necesario para acallar su hambre.
En tales circunstancias, ¿quién puede sorprenderse de que siempre haya sido tan grande la tendencia del hombre común a emigrar a América?

La miseria presente y el ejemplo de sus antepasados, muchos de los cuales lograron su bienestar al otro lado del Océano Atlántico, han debido de ser siempre un poderosos acicate para la juventud emprendedora.
Campesinos en Juan Grande. Fondo FEDAC.

Es cierto que el gobierno español ha prohibido esta emigración; sin embargo, las autoridades jamás han intentado impedirla, ya que, de un lado, reconocen que es necesario y, de otro, saben que en todas las épocas han tenido un efecto beneficioso para la economía de las islas. Y en efecto, es necesaria, porque, en el marco de la presente estructura política, no hay trabajo ni pan suficientes para una población que está en crecimiento. T también es beneficioso , porque la mayoría del dinero que circula en las Islas procede de América, donde se ha obtenido como pago al trabajo personal realizado allí por los isleños.

Ciertamente muchos de éstos vuelven, a menudo tras una ausencia de muchos años, con una cantidad de dinero ahorrado, que suelen emplear en la compra o en el cultivo de terrenos, o de cualquier otra manera provechosa. Sin embargo, desde la independencia de las colonias americanas, se han cortado las relaciones de los súbditos españoles con tierra firme, y los canarios se dirigen a La Habana, a donde llegan a miles cada año; pero, aparte de que muchos mueren allí por las fiebres, los que regresan a las Islas con dinero son los menos, porque también allí el trabajo y las ganancias se han vuelto más difíciles ahora.

El proverbio de que “el artesano se hace rico” se cumple también en Canarias, pues sólo entre los artesanos de las ciudades y entre la clase media puede encontrarse cierto desahogo económico. En los últimos veinte años, esta respetable clase social, aunque tan despreciada en España, se ha incrementado de manera extraordinaria y ha mejorado en todos los aspectos. Todo el dinero en efectivo se encuentra en sus manos, como también en posesión de los comerciantes y de los tenderos, cuyo número es muy limitado.

La numerosa nobleza canaria , con excepción de unas cuantas familias, es, por lo general, pobre, aunque, en la mayoría de los casos, por su propia culpa, pues sus prejuicios de clase o la indolencia le impiden, en medio de necesidades que van en aumento, dedicarse a una mejor explotación de sus bienes. Y, en vez de residir en el campo, entre sus medianeros, los propietarios dejan que sus casas se desmoronen, y la mayoría vive en las ciudades, en medio de una inactividad total, sin recibir educación, sin cultura intelectual y sin conocimientos útiles de ningún tipo. Su mayor orgullo lo cifran en lo siguiente: ¡en ser descendientes de los conquistadores de las Islas!

Sólo unos pocos, pertenecientes, por lo general, a la alta nobleza y que se han educado en el extranjero o que se han cultivado yendo allí, suponen una excepción a esta regla.

El clero, cuyos ingresos eran considerablemente superiores antes que hoy en día, cuenta con unos pocos hombres ilustrados y bien informados entre sus miembros, de manera que sólo se encuentra una formación erudita en el estado clerical.

Los funcionarios, nacidos en su mayor parte en la Península, están mal pagados, siéndoles muy difícil, por esta razón, gozar, dentro de la consideración pública, del rango que el Estado les ha asignado.

Si se tiene en cuenta el grado de miseria con que tienen que luchar las clases bajas y el grado de ignorancia y dependencia en que se les mantiene, resulta, con razón, sorprendente que todo ello no haya influido negativamente en su moralidad. Pues, en verdad, es extraordinariamente bajo el número de delitos castigados con la pena capital. Sólo la población de las ciudades más grandes comete robos en las casas y hurtos, si bien aun allí son raros…”

Fuente: Francis Coleman Mac-Gregor (cónsul británico). Las Islas Canarias (año 1831). Traducción y estudio de José Juan Bautista Rodríguez. Taller de Historia. 2005

Análisis del texto.

Al contar el Archipiélago Canario, por su posición geoestratégica, con una “sociedad de frontera”, donde las normas estrictas de la sociedad estamental no se cumplían, con la relevante importancia, a lo largo de la etapa colonial, de los comerciantes de Génova, Flandes, Malta, del Reino Unido, con sus relaciones, incluso alianzas matrimoniales o endogamia con los grupos de poder.

El cónsul británico no tiene una buena visión de los estamentos privilegiados, de la nobleza y el clero, salvo algunas excepciones, que presenta como característica el haber estudiado en el extranjero. Haciendo mención a una minoría de ilustrados, que entendemos se refiere a los integrantes de la Tertulia de Navas e integrantes de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

Los artesanos y tenderos, según certifica el cónsul británico, eran los únicos que tenían liquidez, dinero en efectivo. La nobleza, según Francis Coleman Mac-Gregor, dedicados al cobro de sus rentas, en gran medida en especies, vivían de forma ociosa en las ciudades, sin mejorar sus propiedades, siendo responsables de su paupérrima economía y, como consecuencia de ello, de la miseria que se daba en las Islas.

Claramente identifica como el estamento no privilegiado al campesinado, en especial a los medianeros, que malvivían pagando las rentas a los señores de las fincas, en situación parecida a los siervos de gleba.
 

(1) La enfiteusis (del griego μφύτευσις, "instauración" o "implantación"), también denominado censo enfitéutico, es un derecho real que supone la cesión temporal del dominio útil de un inmueble, a cambio del pago anual de un canon.

jueves, 14 de julio de 2011

CANARIAS7 DENUNCIA LAS OBRAS QUE HAN DESTRUIDO PARTE DEL YACIMIENTO DE MONTAÑA DE LAS TABAIBAS, EN TARAJALILLO.

Pinchar en la imagen para leer el artículo.
PABLO GUEDES GONZÁLEZ.

Adjuntamos artículo de Gabriel Suárez publicado en el Canarias7 del 22/4/11, en el que se denuncian las obras realizadas en Montaña de las Tabaibas, que han destruido buena parte del yacimiento arqueológico del lugar.

Las obras, que se vienen realizando desde hace unos 20 años, han destrozado parte de la muralla que rodeaba la corona de la montaña, para construir un camino de acceso y casetas para antenas de telecomunicación, según vemos en las fotos.

Como se recordará, en nuestro blog publicamos un primer artículo de denuncia sobre el tema, que realizó el técnico restaurador arqueológico Francisco Peinado en su blog: http://pintaderacanaria.blogspot.com/

Para Francisco Peinado, la función del yacimiento para los antiguos canarios, era la de atalaya de vigilancia de naves enemigas y dar avisos para la defensa, en el sur de la isla. Para ello, la muralla era transitable en su parte superior con el fin de ser utilizada como camino de ronda donde el vigilante realizaba las rondas de guardia. Ademas había una zona donde estaba el foguero, o lugar donde se hacia un gran fuego como señal de rebato o peligro por la llegada de naves a la captura de esclavos y rapiña.

Casetas sobre la muralla y camino de ronda y antenas en la cima. Foto: Fco. Peinado. pintaderacanaria.blogspot.com/

Para nosotros, además de la función de atalaya de vigilancia, que con toda seguridad tuvo esta montaña, desde la que se divisa toda la zona sur de la isla, debió ser el lugar donde se realizaban los ritos y actos importantes del culto de los canarios, enclavados dentro del santuario de Amurga, lugar sagrado de unas dos leguas de extensión (10 kilómetros), que era delimitado por mojones de piedra que aún se conservan y podemos ver hoy día.

 Corte transversal de la muralla  para el paso de la pista que sube a la cima.
 Foto: Fco. Peinado. pintaderacanaria.blogspot.com/

De hecho, la muralla y el foguero o bracero, que se encuentran en la corona de la montaña, se identifican con la descripción realizada en las crónicas de la conquista de la otra montaña sagrada, junto con Tirma, que tenían los canarios para realizar sus mas importantes ritos (ver artículos relacionados).

ARTÍCULOS RELACIONADOS.
(pinchar en el texto para acceder el artículo)

AMURGA, EL SANTUARIO PERDIDO V. LOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS DE MONTAÑA DE LAS TABAIBAS.


AMURGA, EL SANTUARIO PERDIDO VI. AMAGRO, UMIAYA, MONTAÑA DE LAS TABAIBAS.


DENUNCIAMOS LA DESTRUCCIÓN DE LOS RESTOS ABORIGENES DE MONTAÑA DE LAS TABAIBAS.