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lunes, 17 de septiembre de 2012

EL ORIGEN DEL TOPÓNIMO MASPALOMAS, UNA NUEVA TEORÍA.


Primer mapa conocido y detallado de Gran Canaria en la "Descripción de las Islas Canarias" de Torriani (1590)

PABLO GUEDES GONZÁLEZ.

Con este artículo, que publicamos como homenaje al cincuentenario de la zona turística  “Maspalomas, Costa Canaria”, queremos hacer un repaso a lo que se ha escrito en referencia a los orígenes del topónimo Maspalomas  y  aportar una nueva teoría, que viene a a sumarse a las existentes.

Estas teorías que expondremos sobre la procedencia del topónimo  "Maspalomas",  no tienen una base sólida  y se basan fundamentalmente en suposiciones,  algunas de ellas más fundamentadas y otras menos.

Es por ello,  que nos hemos atrevido a aportar esta nueva hipótesis que, al igual que las otras, creemos que cuenta con ciertos fundamentos para ser aceptada,  a  falta de pruebas  concluyentes sobre el origen del topónimo.

MASPALOMAS EN LAS FUENTES.

En las fuentes escritas históricas, la primera vez que surge el nombre de Maspalomas  es en el diario de Hernando Colón, hijo del descubridor, que  con trece años, acompañaba a su padre en su cuarto viaje a América e hizo parada en Maspalomas:

“ El mismo día [13 de mayo de 1502] nos hicimos a la vela y llegamos a la Gran Canaria el 20 de mayo, surgiendo en las Isletas. El 24 pasamos a Maspalomas, que está en la misma isla, para tomar el agua y la leña que eran necesarias en el viaje. De aquí partimos la noche siguiente hacia la India con próspero viaje, como plugo a Dios, de modo que sin tocar las velas, llegamos a la isla de Matinino, a 15 de Junio por la mañana, con bastante alteración del mar y del viento..."  ( en Historia del Almirante de Hernando Colón tomado de La Toponímia de Gran canaria en el tiempo que Colón pasó por ella,  de  Maximiano Trapero). 

Juan de la Cosa , que viajaba con Colón, la cita de nuevo en 1504:

"Arribaron en la isla de Gran canaria, e fueron a un puerto o ancón que se llama Maspalomas, e allí hicieron carnaje e tomaron agua e leña"  ( en  Los cuatro viajes de Colón y las Islas Canarias (1492-1502) de Antonio Tejera en  la obra citada de Maximiano Trapero).

Según Trapero el lugar del desembarco era muy propicio para el fondeo.  En cuanto a la aguada, la charca  contenía agua "potable aunque salobre", fruto principal de la que corría por el barranco y de la que se filtraba desde el mar. Y dice Antonio Tejera , en la obra citada , que este agua salobre se conservaba mejor en los envases de madera durante la travesía, razón por la que está totalmente justificada la aguada de Maspalomas. Y en cuanto a la carne, es de suponer que comerciaran con los aborígenes, quienes seguirían pastoreando sus rebaños de cabras y ovejas por aquellos parajes.

Trapero se pregunta : "¿qué leña proporcionaría aquel lugar que pudiera servir para las necesidades de la travesía? La vegetación actual no parece ser la más adecuada para convertirse en leña eficaz, ya que, aparte de palmeras, las laderas del barranco y las partes bajas de la costa de Maspalomas no produce sino vegetación arbustiva halófila (tabaibas, cardones, ahulagas y otros diversos matorrales)."

El sur de gran Canaria en 1590: Maspaloma, 
Pozo del Lentisco, Las Salinas y Punta de Tenefent. Torriani.
Nosotros creemos que en el lugar sí había leña abundante, traída desde Amurga, situada a  corta distancia,  por los aborígenes, con los cuales tuvieron que  hacer intercambios, o en su caso hacer parada previa en Pozo del Lentisco (actual Bahía Feliz, en las mismas  estribaciones de Amurga, ver mapa de Torriani)

Aunque la primera referencia escrita conocida es la de  1502, de Hernando Colón,  el topónimo  aparece en dos crónicas de la Conquista,  la de Gomez Escudero y  la de Cedeño.  Estas crónicas salen a la luz tiempo después  de  la conquista y por tanto se debe de mantener las oportunas reservas sobre las mismas.

En este sentido, Francisco Morales Padrón en su "Canarias. Crónicas de su conquista",  realiza una recopilación de todas las crónicas existentes y un estudio sobre las mismas, llegando a la conclusión de  que todas ellas son copias o transcripciones  realizadas a lo largo del siglo XVII, de una crónica madre original, escrita directamente o por mandato  del conquistador Alonso Jaimez de Sotomayor.

Así tenemos que en "Libro segundo,  prosigue la conquista de Canaria.   Sacado en limpio fielmente del manuscrito del licenciado Pedro Gómes Scudero, Capellán" en el capítulo XIX "De las calidades y propiedades de Los Canarios i la isla" :

"Hallaron los spañoies diuidida la isla de Canaria en dos señoríos, vno en Telde a el Oriente, puesta en medio de las Isletas i punta de Maspaloma*, y la otra en Gáldar a la otra parte o punta de poniente, para la vanda de el norte onde acistía Guanartheme llamado el de Gáldar, y a el de Telde llamábamos también Guanartheme. (Canarias. Crónicas de su conquista de Francisco Morales Padrón, pag 433 )

* Nota de Morales Padrón: Maspalomas, en la versión A’ (en otra versión del manuscrito de Escudero).
La Charca y Faro años 60. Archivo fotográfico FEDAC
 La otra referencia a Maspalomas en "Brebe resumen y historia muy verdadera de la conquista de canaria scripta por Antonio Cedeño, natural de toledo, vno de los conquistadores que vinieron con el general Juan Rexon" en el capítulo XIV  "Naturaleza y Costumbres de los Canarios":

"Con la mucha reputación de valiente que Doramas hauía alcanzado estaba mui soberbio i mal reciuido entre los más nobles, por que assimesmo era alzado Capitán sin licençia de el Rei Guanartheme, Tenía por grande émulo a un hidalgo de Arganeguín llamado Ventagaire, el qual uino en vusca de Doramas a un camino por onde se pasaba a uer los ganados monteçes, que hauía muchos en términos de Maspaloma, i hauiendo de venir Doramas por aquel camino le dieron por señas a Ventagaire que sería conocido por la diuisa de la tarja blanca i colorada de quarteado." (Canarias. Crónicas de su conquista" de Francisco Morales Padrón,  pag 369 )

Con relación a Doramas hacemos referencia a nuestro artículo AMURGA, EL SANTUARIO PERDIDO III. LA CONQUISTA Y ANSITE, donde explicábamos que Doramas se refugiaba en el Santuario de Amurga, pues pretendía la mano de una hija de Maninidra, guayre de Telde, hermano o primo hermano de los guayres Autindana del cantón de Agüimes y Ventagayre del cantón de Arguineguín, sus enemigos irreconciliables.

Tenemos otra referencia sobre la conquista castellana de la Isla, en la obra del Marín de Cubas en 1687,  donde igualmente se deja constancia del topónimo:

“Del Real de Las Palmas corrian la costa hasta Maspaloma y Tirajana, y serca de Aguimes en el barranco de Guaiadeque hallo Pedro de Vera un canario con ganado que no huio y preguntado que era xristiano, y se llamaba Juan Maior, natural de Lanzarote...” (Tomás Arias Marín de Cubas, Historia de las Siete Islas de Canaria).

En cuanto a otras menciones históricas, Agustín Millares narra así un desembarco en el lugar en  el año 1479 :

 "… Esta proposición fue aceptada con júbilo, y, bajo el mando del mismo Hernández (Pedro Hernández Cabrón), se embarcó una parte de la guarnición del Real con las tropas que de refresco habían llegado en las carabelas, acompañando la expedición como voluntario el Deán Bermúdez. Al día siguiente, los buques se hallaban sobre la costa S. de la isla, y sin obstáculo verificaron varios desembarcos en Maspalomas y Arguineguín, recogiendo alguna cebada, higos y mucho ganado, pero ningún prisionero, porque todos los canarios, al ver los navíos, se habían refugiado a los montes y asperezas de la Cumbre…". (Humberto Pérez, toponimograncanaria.blogspot.com)

El Faro, La Charca y El Palmeral, 1925. Archivo fotográfico FEDAC.
Recordamos que este desembarco es el que nosotros consideramos que se desarrolló en la zona de Pozo del Lentisco (Bahía Feliz, por Amurga, ver artículo ya comentado sobre el Santuario Perdido y mapa de Torriani)

Con  respecto a las últimas citas, vemos que  el término Maspalomas y las Calmas de Maspalomas  se extendía a un territorio mayor del que conocemos hoy,  desde Castillo del Romeral hasta Santa Águeda  (Las Calmas: zona del sur de cada isla protegida de los vientos alisios dominantes en el verano).

Lo constatamos de igual forma en  la licencia que el Rey Carlos concede en 1677 para construir la Casa Fuerte de Santa Cruz del Romeral, donde se  indica  “en las calmas de la costa de Maspaloma” (Los Tirajanas de Gran Canaria. Santiago Cazorla León).

Según  Maximiano Trapero, el topónimo aparece escrito en las fuentes colombinas, tal cual lo pronunciamos y escribimos hoy: Maspalomas , si bien en otras fuentes históricas antiguas aparece de variadas maneras: Maspaloma y Punta de Maspaloma lo nombra Gómez Escudero (aunque ya vimos que en otra versión manuscrita lo nombra Maspalomas), como Mas Palomas aparece en el mapa de Gran Canaria de Torriani y como Mas Paloma lo escribe Viera al referir el intento de Gadifer de la Salle de introducirse en Gran Canaria: "Zarparon las anchas y transitaron a hacer aguada en la ensenada que se llama de Mas Paloma" (José Viera y Clavijo, Noticias de la Historia General de las Islas Canarias. pag. 311)

INTERPRETACIONES DE LOS ORIGENES DEL TÉRMINO.

Para Maximiano Trapero, "Maspalomas" no tiene origen en la lengua que hablaban los antiguos canarios, una variante del amazigh,  la  lengua de los bereberes, sino que su origen es románico y para él, surgido con posterioridad a la conquista.

Nosotros creemos que podría tener origen anterior,  que le fue dado por los navegantes o conquistadores,  puesto que el lugar es un extremo o punta  significativo de la isla,  importante para la navegación,  y como se describe en las crónicas, lugar de paso obligado para aprovisionamiento de agua, carne y leña.

Por tanto  tenemos tres teorías acerca del origen del topónimo,  más la que aportamos en este artículo.

Las Palomas de Maspalomas.

Para Maximiano Trapero, "la etimología popular resuelve fácilmente el problema diciendo que se llama Maspalomas por las muchas palomas que iban a abrevar a la charca".

De hecho, José de Viera y Clavijo señala en su “Historia Natural de las Islas Canarias”, al referirse a las palomas salvajes que: “...abundan en las islas, con especialidad en la de Canaria, donde el Charco de Maspalomas ha tenido fama y nombradía por las estupendas bandadas que suelen anidar allí” (www.playademaspalomas.com).

Claudio de la Torre dejó escrito en una guía sobre la Islas Orientales del Archipiélago que:

“El nombre de Maspalomas se debe al paso de las palomas del Sáhara, que vienen a
calmar la sed durante el día en la laguna del palmeral, regresando a África al anochecer.
La pequeña albufera atrae gran cantidad de aves del desierto que van depositando en tierra diferentes semillas, por lo que se ha formado un apretado oasis con los más raros ejemplares de palmeras” (www.playademaspalomas.com).

Aparte de los citados, hay más autores  que hacen referencia al origen del nombre debido a la abundancia de palomas en La Charca, entre los que añadimos a: David A. Bennerman y Alejandro Ciorannescu.

Pero, la paloma es un ave que nidifica en los riscos y barrancos del interior de la isla, por lo que  no es destacable su presencia en La Charca,  en comparación con otras, que si abundan, sobre todo aves acuáticas. 

Muchas de las que se pueden ver, son  aves de paso, que utilizan el lugar , al igual que los marinos, para  descansar y aprovisionarse en sus largos viajes migratorios, lo que nos lleva a la segunda interpretación. 

Maspalomas por la abundancia de aves.

Esta teoría,  que deriva de la anterior,  se basa en la abundancia de aves en la zona, que por similitud, por desconocimiento del nombre de cada ave en particular o por  simplificación, se las denominó en general  palomas, debido a lo cual surge el topónimo.

En la actualidad se han detectado un total de cuarenta especies, siendo la polla de agua (Gallinula chloropus), el chorlitejo chico (Charadrius dubius) y el chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) nidificantes, mientras que el resto se corresponde con aves migratorias en paso regular invernantes o de presencia ocasional en las islas.  (Humberto Pérez, toponimograncanaria.blogspot.com).

Maspalomas por derivación de un apellido valenciano-catalán.

Maximiano Trapero, cita a  Néstor Álamo, quién expone que el topónimo deriva de un tal Rodrigo Mas de Palomar, mallorquín que recibió aquellas tierras del sur, tras la conquista, y debido a ello pasaron a adquirir su nombre.

Trapero no pudo encontrar la fuente de la que Álamo extrajo tal información aunque si pudo hallar en los repartimientos tras la conquista a un tal Francisco Palomar, rico comerciante de origen genovés y apellido Palmaro, que lo castellanizó en Palomar, que vino a las islas procedente de Valencia, y que en 1494 compró al futuro adelantado Alonso Fernández de Lugo, el famoso ingenio de Agaete, necesitado entonces de fondos para emprender la conquista de Tenerife ( Leopoldo de la Rosa Olivera, "Francisco de Riberol y la colonia genovesa en Canarias"), aunque nada se dice de la posible presencia de este Palomar en Maspalomas.

Para Trapero es muy dudoso que tras los pocos años pasados desde la finalización de la conquista (1483) hasta la primera documentación del término (1502) ya se hubiera impuesto este nombre por dicho motivo.

Por otro lado y con las consiguientes reservas, en cuanto a las crónicas de la conquista, ya comentadas, vemos como ya el nombre existía en aquellos  momentos.

NUESTRA TEORÍA: MASPALOMAS COMO DERIVACIÓN DE “MAS  PALMAS”

Charca y Palmeral 1940. Foto: Naranjo Suárez. Archivo fotográfico FEDAC
Hace algún tiempo mientras estábamos leyendo unos viejos escritos,  nos dimos cuenta de un error en los mismos,  el que se hacía referencia a "Mas Palmas"  en lugar de  "Las Palmas",  simplemente cambiando la "M" por la "L". Ello nos llevó a la conclusión de  que el nombre "Maspalomas" podría haber derivado de  "Mas Palmas" por un error de transcripción,  o por simple confusión, al añadir una "o" en la copia del nombre.

La teoría se basa es que los conquistadores y marinos,  que tras dar nombre al Real de Las Palmas descubren otro de los extremos de la isla con igual parecido debido al frondoso oasis de palmeras,  le dan el nombre de "Mas Palmas", que por derivación o por error a la hora de transcribir deriva en "Maspalomas".

Esto debió de haber ocurrido después del 24 de junio de 1478, cuando Juan Rejón asienta el "Real de Las Palmas" en lo que hoy es el barrio de Vegueta, iniciando la conquista de Gran Canaria.

Lo que no deja ningún lugar a la duda, es que lo abundante en el lugar son las palmeras, o "palmas", como se las conocía antiguamente, y que el nombre pueda deberse a este hecho.

Aunque no tenemos ningún indicio ni pruebas de que esto haya podido ser así,  queremos hacer esta aportación que se suma a las teorías existentes de las que hemos hecho un compendio en este artículo como homenaje a los 50 años de la fundación de "Maspalomas Costa Canaria".

BIBLIOGRAFÍA.

Cazorla León, Santiago. (1995): Los Tirajanas de Gran Canaria. Ayuntamiento de s. Bme. Tirajana.

Cioranescu, Alejandro (1959): Colón y Canarias. La Laguna: Instituto de Estudios Canarios / Aula de Cultura del Cabildo de
Tenerife.

Colón, Hernando (1932): Historia del Almirante (ed. Luis Arranz). Madrid: Historia 16, 2 vols.

“El nombre de Maspalomas”  en www.playademaspalomas.com 


Marín de Cubas, Tomás. 1937 (1687). Historia de la Conquista de las Siete Islas de Canaria. [Copia de Pedro Hernández Benítez, en El Museo Canario]. 

Morales Padrón, Francisco (1993, 2ª ed.). Canarias: Crónicas de su conquista. Cabildo Insular de Gran Canaria.

Pérez Humberto. Llanos y Playa de Maspalomas toponimograncanaria.blogspot.com)

Rosa Olivera, Leopoldo de la (1978): «Francisco de Riberol y la colonia genovesa en Canarias», en Estudios históricos sobre las Canarias Orientales. Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas

Tejera, Antonio (2000): Los cuatro viajes de Colón y las Islas Canarias (1492-1502). La Laguna: Cabildo Insular de La Gomera / Francisco Lemus editor.

Torriani, Leonardo (1978): Descripción de las Islas Canarias (ed. A. Cioranescu). Santa Cruz de Tenerife: Goya.

Trapero, Maximiano (2004) La Toponímia de Gran canaria en el tiempo que Colón pasó por ella.  Anuario de Estudios Atlánticos, n. 50. Las Palmas de Gran Canaria : Cabildo Insular de Gran Canaria, .

Viera y Clavijo, José (1982): Noticias de la Historia General de las Islas Canarias (ed. A. Cioranescu). Santa Cruz de Tenerife: Goya, 2 vols.

martes, 11 de septiembre de 2012

LA FORTALEZA DE UN POBLADO.


  
Introducción de HCR.
 
Eduardo González Pérez, autor del artículo que hoy les presentamos, es una persona inquieta con todo lo relacionado con las formas de vida de los pastores, sus tradiciones y sus útiles de trabajo. Es directivo de la Federación de Salto del Pastor y uno de los fundadores de la Escuela de Garrote La Revoliá y de la Pila de Garrote de Vecindario.

En su blog jurriahumiaga.blogspot.com.es, ha publicado una serie de artículos, llenos de sentimiento, en los que nos transmite todos los conocimientos que ha recopilado en contacto con los pastores.

 Muchos de estos pastores, desgraciadamente han fallecido, llevándose con consigo buena parte de la sabiduría que venía transmitiéndose de generación en generación, desde tiempos de los antiguos canarios.

En nuestro blog, hemos publicado algunos de sus artículos, de los que destacamos, entre otros:EL “ABEJORRO”, O JUEGO DE MANOS. y PEPE ENRIQUE Y SU ÚLTIMA BOTANA.

Queremos agradecer a Eduardo su colaboración y su disposición con nosotros así como felicitarlo por su excelente trabajo.


LA FORTALEZA DE UN POBLADO.

Eduardo González Pérez,
publicado en jurriahumiaga.blogspot.com.es

En medio de la Caldera de Tirajana existió un poderoso poblado donde los antiguos canarios quisieron escribir, a golpe de paciencia y estaciones, una generosa parte de la historia de sus vidas y de sus gentes. Por los restos que aún perduran en la zona sabemos que podríamos haber tenido hoy en nuestras manos un exacto guión que nos hablase de sus graneros,  de su agricultura, de sus pinturas y grabados rupestres, de sus actividades pastoriles, de sus creencias y necesidades y de sus diferentes formas de construir con madera y piedra si no se hubiese alterado el final de la historia que sus habitantes intentaban contar. Porque a alguien que apareció por estas tierras, simplemente invitado por los vientos que hincharon los trapos de sus veleros y que no se conformó con el papel de mero espectador, no le debió agradar que sus protagonistas enterrasen a los suyos envueltos en fardos funerarios de pieles y juncos, depositándolos posteriormente en las cuevas más altas e inaccesibles en busca de la tranquilidad que para sus difuntos deseaban. O bien que dichos protagonistas buscasen las respuestas a sus inexplicables necesidades en el sol, el agua o la leche, representaciones paganas que no comulgaban con la cruz colgada del pecho de Isabel y Fernando, eminentes patrocinadores de los vientos navegantes y productores ejecutivos de la adaptación del nuevo guión sugerido. El argumento final de la historia que pacientemente y a lo largo de muchos años quisieron escribir los originarios habitantes de este poblado se vio alterado porque quién tendría que atenerse a simple lector metió mano en lo ajeno con estúpidas correcciones que modificaron el orden de sus páginas, dándose prisa en la redacción de estas últimas con la clara intención de ponerle un punto final mayúsculo e inamovible. Y para ello buscó, por todos los medios posibles que la fuerza le proporcionó, la rendición de sus protagonistas a base de inquisiciones que hipotecarían para siempre su futuro. Incendió, aniquiló, bautizó con nuevos nombres e intento borrar del mapa sus casas, graneros, cultivos y ganados. Pero tropezó con unas montañas a las que apenas era capaz de describir y de las que desconocía completamente su enorme capacidad de perpetuar en el espacio y en el tiempo la fortaleza de un poblado.

      Los riscos que conforman el conjunto de Las Fortalezas, a cuyo abrigo vinieron a asocarse las almas humanas que lo poblaron, a veces dan la sensación que han sido un puñetazo en el aire, un puñetazo petrificado y dormido en el paso de los siglos. Como cuchillos de basalto que cortan el cielo desde el fondo del barranco, amenazan constantemente al aire reclamando que su realidad objetiva y apabullante responde a leyes trascendentes y eternas que forman parte de un pasado que pertenece a un país muy cercano. Y conocer ese pasado y ese país nos ha estado negado desde el 29 de abril de 1483, fecha en que la incorporación oficial de estas tierras a la Corona de Castilla empezó a sembrar la leyenda de la confusión suicida y arrojadiza de Bentejuí, probablemente al errar éste su despeñamiento al pié de unos cronistas que mojaban su pluma a golpe de entredichos y desacertados retratos. Aunque si lo pensamos bien quizás Bentejuí no intentó  más que arrancar de cuajo, en su desesperado y fatídico brinco, la ultima página del libro que mentiría para siempre acerca de la historia de los suyos.

Éramos muy jóvenes la primera vez que nos trajeron a visitar este lugar. A mediados de los años setenta de la centuria pasada nos enseñaron y explicaron acerca de lo que representaron estos farallones para sus antiguos habitantes. Como "Ansite" nos nombraban al risco lleno de cuevas donde vivieron los canarios que las usaban como graneros y como lugar de enterramiento para refugiar a los suyos. La cueva grande, a modo de túnel que atraviesa el risco, de unos treinta metros de largo y ocho de alto, supuso para aquellos niños que éramos de 13 y 14 años un viaje atípico en el que, a diferencia de Alicia, no visitaríamos precisamente el país de las maravillas. "Atis Tirma"  fue el grito que sobrecogió nuestros corazones y las celebraciones que conmemoraban un genocidio apesadumbrarían para siempre, años después, nuestras almas de adolescentes. Y la adolescencia, a medida que sumaba enteros, fue repitiendo y sucediendo más visitas a este lugar, fue incitándonos a rebuscar entre las escarpadas paredes de los riscos algún indicio que nos ayudara a entender la historia que no terminábamos de descifrar, a dormir en sus solapones buscando la complicidad de las estrellas, como si éstas nos guiñasen el secreto hábilmente escondido por aquellos canarios. Quisimos respirar y dibujar el aire tratándolo como lo más valioso y profundo que pudiéramos interpretar. En el fondo pensábamos que era el mismo aire el que respiraron los que movieron piedras para construir paredes en los mismos riscos a los que ahora nosotros nos encaramábamos a dormir, envolviéndonos profunda e inocentemente en prehistóricos sueños. 
 Poco a poco, las historias que en un principio nos habían contado iban difiriendo notablemente de las que en ese momento escuchábamos. La historia ahora nos obligaba a levantar la cabeza, a mirar para las lomas y laderas que se encontraban en frente de Las Fortalezas. Ahora le correspondía hablar a Amurga y sus cumbres, a los llanos que se hallaban a sus pies y concedían a Los Sitios su lugar como campo de batalla. Teníamos que imaginarnos a esta cumbre recubierta de pinos y arboleda perenne y concederle la opción de refugio de quienes pudieron sobrevivir al desastre impuesto. Su inexpugnabilidad, su condición de fortaleza, su almogaren, los restos del pasado que intentábamos comprender comenzaba a encontrar otras páginas arrancadas del libro que fue hecho pedazos y siempre leído en confuso orden. Ahora empezábamos a dudar del nombre de Ansite. La creencia que la batalla de un día podía poner punto y final a una existencia se desenmascaraba de repente, dejando al descubierto los errores caligráficos de la pluma asalariada y sumisa que respondía a los intereses de la mano que le daba de comer.

 Quisiera destacar que hubo un tiempo, muchos años antes de que fuésemos chiquillos y comenzáramos a visitar Las Fortalezas, que ya otros que nos antecedieron en atravesar el túnel que conducía a ese país cercano, se enfrascaron en empresas que reclamaban para si la posesión de Ansite. Mientras unos se esforzaban en situarlo en terrenos que amojonaban su municipio, otros juntaban y removían piedras para hacerlo en el suyo propio.

 En  historiacastilloromeral.blogspot.com, coordinado excelentemente por el compañero Pablo Guedes, podemos hallar información sobre estas disputas que llegaron hasta el punto de perder la razón por un emblema señero en sus escudos municipales. Recomendamos la lectura de este blog internauta por la sustanciosa información vertida en él sobre este tema y otros muchos más que nos ayudarán a entender como la pérdida de la razón se puede disfrazar de múltiples maneras.

  Y hace poco nos han vuelto a hacer levantar nuevamente la cabeza. Las últimas intervenciones arqueológicas que se han realizado en el lugar no han hecho más que encontrar innumerables pedazos de las paginas despojadas de la historia, no han hecho más que levantar las piedras que formaban un altar hispánico y nacional católico para encontrar bajo sus sacrílegas losas las antiguas viviendas de los verdaderos autores del guión modificado. Los últimos y recientes trabajos arqueológicos están transformando la foto fija  que se ha hecho de este lugar, extendiendo el asentamiento más allá de las cuevas risqueras. Las prospecciones realizadas hasta el momento han descubierto en esta zona llana varias estructuras de piedra que forman parte de un conjunto de asentamiento en forma de herradura, con calles y posiblemente con una zona más abierta y aledaña al lugar. Según lo que los arqueólogos nos dicen, aún queda mucho trabajo por hacer y son muchos los pedazos de estas páginas los que han de asomar todavía a la luz del sol; muchas son las estructuras habitacionales y de vivienda las que permanecen aún bajo tierra esperando el presupuesto necesario para que puedan respirar el aire del que formaron parte. Y los trabajos posteriores de musealizar la zona también están esperando su inmediata ejecución. Lo que es cierto es que todo lo descubierto hasta la fecha y lo que aún queda por descubrir dejará entrever la verdadera magnitud de un poblado que necesariamente no tiene porqué llamarse Ansite para agrandar y perpetuar aún más su fortaleza.