Introducción
de HCR.
Eduardo
González Pérez, autor del artículo que hoy les presentamos, es una
persona inquieta con todo lo relacionado con las formas de vida de
los pastores, sus tradiciones y sus útiles de trabajo. Es directivo
de la Federación de Salto del Pastor y uno de los fundadores de la
Escuela de Garrote La Revoliá y de la Pila de Garrote de Vecindario.
En
su blog jurriahumiaga.blogspot.com.es, ha publicado una serie de
artículos, llenos de sentimiento, en los que nos transmite todos los
conocimientos que ha recopilado en contacto con los pastores.
Muchos
de estos pastores, desgraciadamente han fallecido, llevándose con
consigo buena parte de la sabiduría que venía transmitiéndose de
generación en generación, desde tiempos de los antiguos canarios.
En
nuestro blog, hemos publicado algunos de sus artículos, de los
que destacamos, entre otros:EL “ABEJORRO”, O JUEGO DE MANOS. y PEPE ENRIQUE Y SU ÚLTIMA BOTANA.
Queremos agradecer a Eduardo su colaboración y su disposición con nosotros así como felicitarlo por su excelente trabajo.
Queremos agradecer a Eduardo su colaboración y su disposición con nosotros así como felicitarlo por su excelente trabajo.
LA
FORTALEZA DE UN POBLADO.
Eduardo
González Pérez,
publicado
en jurriahumiaga.blogspot.com.es
En
medio de la Caldera de Tirajana existió un poderoso poblado donde
los antiguos canarios quisieron escribir, a golpe de paciencia y
estaciones, una generosa parte de la historia de sus vidas y de sus
gentes. Por los restos que aún perduran en la zona sabemos que
podríamos haber tenido hoy en nuestras manos un exacto guión que
nos hablase de sus graneros, de su agricultura, de sus pinturas
y grabados rupestres, de sus actividades pastoriles, de sus creencias
y necesidades y de sus diferentes formas de construir con madera y
piedra si no se hubiese alterado el final de la historia que sus
habitantes intentaban contar. Porque a alguien que apareció por
estas tierras, simplemente invitado por los vientos que hincharon los
trapos de sus veleros y que no se conformó con el papel de mero
espectador, no le debió agradar que sus protagonistas enterrasen a
los suyos envueltos en fardos funerarios de pieles y juncos,
depositándolos posteriormente en las cuevas más altas e
inaccesibles en busca de la tranquilidad que para sus difuntos
deseaban. O bien que dichos protagonistas buscasen las respuestas a
sus inexplicables necesidades en el sol, el agua o la leche,
representaciones paganas que no comulgaban con la cruz colgada del
pecho de Isabel y Fernando, eminentes patrocinadores de los vientos
navegantes y productores ejecutivos de la adaptación del nuevo guión
sugerido. El argumento final de la historia que pacientemente y a lo
largo de muchos años quisieron escribir los originarios habitantes
de este poblado se vio alterado porque quién tendría que atenerse a
simple lector metió mano en lo ajeno con estúpidas correcciones que
modificaron el orden de sus páginas, dándose prisa en la redacción
de estas últimas con la clara intención de ponerle un punto final
mayúsculo e inamovible. Y para ello buscó, por todos los medios
posibles que la fuerza le proporcionó, la rendición de sus
protagonistas a base de inquisiciones que hipotecarían para siempre
su futuro. Incendió, aniquiló, bautizó con nuevos nombres e
intento borrar del mapa sus casas, graneros, cultivos y ganados. Pero
tropezó con unas montañas a las que apenas era capaz de describir y
de las que desconocía completamente su enorme capacidad de perpetuar
en el espacio y en el tiempo la fortaleza de un poblado.
Éramos
muy jóvenes la primera vez que nos trajeron a visitar este lugar. A
mediados de los años setenta de la centuria pasada nos enseñaron y
explicaron acerca de lo que representaron estos farallones para sus
antiguos habitantes. Como "Ansite" nos nombraban al risco
lleno de cuevas donde vivieron los canarios que las usaban como
graneros y como lugar de enterramiento para refugiar a los suyos. La
cueva grande, a modo de túnel que atraviesa el risco, de unos
treinta metros de largo y ocho de alto, supuso para aquellos niños
que éramos de 13 y 14 años un viaje atípico en el que, a
diferencia de Alicia, no visitaríamos precisamente el país de las
maravillas. "Atis Tirma" fue el grito que sobrecogió
nuestros corazones y las celebraciones que conmemoraban un genocidio
apesadumbrarían para siempre, años después, nuestras almas de
adolescentes. Y la adolescencia, a medida que sumaba enteros, fue
repitiendo y sucediendo más visitas a este lugar, fue incitándonos
a rebuscar entre las escarpadas paredes de los riscos algún indicio
que nos ayudara a entender la historia que no terminábamos de
descifrar, a dormir en sus solapones buscando la complicidad de las
estrellas, como si éstas nos guiñasen el secreto hábilmente
escondido por aquellos canarios. Quisimos respirar y dibujar el aire
tratándolo como lo más valioso y profundo que pudiéramos
interpretar. En el fondo pensábamos que era el mismo aire el que
respiraron los que movieron piedras para construir paredes en los
mismos riscos a los que ahora nosotros nos encaramábamos a dormir,
envolviéndonos profunda e inocentemente en prehistóricos sueños.
Poco
a poco, las historias que en un principio nos habían contado iban
difiriendo notablemente de las que en ese momento escuchábamos. La
historia ahora nos obligaba a levantar la cabeza, a mirar para las
lomas y laderas que se encontraban en frente de Las Fortalezas. Ahora
le correspondía hablar a Amurga y sus cumbres, a los llanos que se
hallaban a sus pies y concedían a Los Sitios su lugar como campo de
batalla. Teníamos que imaginarnos a esta cumbre recubierta de pinos
y arboleda perenne y concederle la opción de refugio de quienes
pudieron sobrevivir al desastre impuesto. Su inexpugnabilidad, su
condición de fortaleza, su almogaren, los restos del pasado que
intentábamos comprender comenzaba a encontrar otras páginas
arrancadas del libro que fue hecho pedazos y siempre leído en
confuso orden. Ahora empezábamos a dudar del nombre de Ansite. La
creencia que la batalla de un día podía poner punto y final a una
existencia se desenmascaraba de repente, dejando al descubierto los
errores caligráficos de la pluma asalariada y sumisa que respondía
a los intereses de la mano que le daba de comer.
Quisiera
destacar que hubo un tiempo, muchos años antes de que fuésemos
chiquillos y comenzáramos a visitar Las Fortalezas, que ya otros que
nos antecedieron en atravesar el túnel que conducía a ese país
cercano, se enfrascaron en empresas que reclamaban para si la
posesión de Ansite. Mientras unos se esforzaban en situarlo en
terrenos que amojonaban su municipio, otros juntaban y removían
piedras para hacerlo en el suyo propio.
En
historiacastilloromeral.blogspot.com, coordinado excelentemente por
el compañero Pablo Guedes, podemos hallar información sobre estas
disputas que llegaron hasta el punto de perder la razón por un
emblema señero en sus escudos municipales. Recomendamos la lectura
de este blog internauta por la sustanciosa información vertida en él
sobre este tema y otros muchos más que nos ayudarán a entender como
la pérdida de la razón se puede disfrazar de múltiples maneras.
Y
hace poco nos han vuelto a hacer levantar nuevamente la cabeza. Las
últimas intervenciones arqueológicas que se han realizado en el
lugar no han hecho más que encontrar innumerables pedazos de las
paginas despojadas de la historia, no han hecho más que levantar las
piedras que formaban un altar hispánico y nacional católico para
encontrar bajo sus sacrílegas losas las antiguas viviendas de los
verdaderos autores del guión modificado. Los últimos y recientes
trabajos arqueológicos están transformando la foto fija que
se ha hecho de este lugar, extendiendo el asentamiento más allá de
las cuevas risqueras. Las prospecciones realizadas hasta el momento
han descubierto en esta zona llana varias estructuras de piedra que
forman parte de un conjunto de asentamiento en forma de herradura,
con calles y posiblemente con una zona más abierta y aledaña al
lugar. Según lo que los arqueólogos nos dicen, aún queda mucho
trabajo por hacer y son muchos los pedazos de estas páginas los que
han de asomar todavía a la luz del sol; muchas son las estructuras
habitacionales y de vivienda las que permanecen aún bajo tierra
esperando el presupuesto necesario para que puedan respirar el aire
del que formaron parte. Y los trabajos posteriores de musealizar la
zona también están esperando su inmediata ejecución. Lo que es
cierto es que todo lo descubierto hasta la fecha y lo que aún queda
por descubrir dejará entrever la verdadera magnitud de un poblado
que necesariamente no tiene porqué llamarse Ansite para agrandar y
perpetuar aún más su fortaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
COMPARTE ESTE ARTÍCULO CON TUS AMIGOS EN LA RED: (pincha el botón de tu red social)